"TAMPOCO YO TE CONDENO" ////"Nem eu te condeno"

"TAMPOCO YO TE CONDENO"

Como otras tantas veces, mientras Jesús enseña, los escribas y fariseos se acercan a él para tenderle una trampa y poder acusarlo. En esta ocasión le llevan a una mujer sorprendida en adulterio, y le dicen: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?". He aquí la trampa para ver si Jesús respeta la ley de Moisés o no.

Mientras los escribas y fariseos están de pie, señalando y acusando a la mujer y en espera de acusar al mismo Jesús, él se agacha, se desentiende de ellos y escribe sobre la arena. Los escribas y fariseos, en su papel de estrictos jueces, insisten en la pregunta. Éstos esperan que Jesús les diga: "No la apedreen", para así poder echarle mano; pero la respuesta de Jesús es otra: "Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra".

¿Cuántas veces, al igual que los escribas y fariseos, nos llenamos de arrogancia y nos creemos con derecho a juzgar a otros? ¿Tal vez nos armamos de piedras para lastimar y acabar con el que no actúa como nosotros? ¿Quizás usamos la ley para matar, en lugar de dar vida? Jesús invita a los acusadores a ver su propia vida, a agacharse con él, tocar la tierra y reconocer la arcilla de la que estamos hechos, a soltar las piedras y abrirnos al perdón y a la misericordia.

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Los acusadores se retiran uno a uno, y sólo Jesús queda con la mujer. "Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?", le pregunta Jesús. "Nadie, Señor". Y Jesús le dice: "Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar". Jesús ha salido bien librado de esta prueba; la mujer ha sido perdonada y liberada de morir apedreada; los escribas y fariseos han sido desenmascarados en su hipocresía y obligados a mirarse a sí mismos. Y nosotros, ¿cómo quedamos?

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"Nem eu te condeno"

Como tantas outras vezes, como Jesus ensinou, escribas e fariseus se aproximar dele para prender e para acusá-lo. Desta vez, você é levado para uma mulher apanhada em adultério, e dizer-lhe. "Mestre, esta mulher foi apanhada em adultério Moisés na lei nos mandou apedrejar tais mulheres o que você diz.?". Aqui está a armadilha para Jesus respeita a lei de Moisés ou não.



Enquanto os escribas e fariseus estão de pé, apontando e acusando a mulher e esperando para acusar Jesus, ele se agacha, ele ignora e escreve na areia. Os escribas e fariseus, no seu papel de juízes rigorosos insistir na pergunta. Eles esperam que Jesus lhes diz: "Não apedrejá-la," para que você possa chegar em suas mãos; mas a resposta de Jesus é outro: "Quem dentre vós estiver sem pecado, atire a primeira pedra".



Quantas vezes, como os escribas e fariseus, estamos cheios de arrogância e acredito que temos o direito de julgar os outros? Talvez nos armar com pedras para ferir e matar quem não age como nós? Talvez usar o direito de matar, em vez de dar a vida? Jesus convida os acusadores de ver sua própria vida, a inclinar-se diante dele, tocando o chão e reconhecer o barro de que somos feitos para soltar as pedras e aberto ao perdão e misericórdia.



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Os promotores são removidos um a um, e só Jesus é com as mulheres. "Mulher, onde estão eles? Ninguém te condenou?" Jesus perguntou-lhe. "Ninguém, Senhor." E Jesus disse: "Nem eu te condeno e não peques mais.". Jesus saiu ilesa desse teste; as mulheres têm sido perdoado e libertado de morte por apedrejamento; os escribas e fariseus foram desmascarados em hipocrisia e forçado a olhar para si mesmos. E nós, como é que nos encontramos?